Washington, DC — Faltan nueve meses para las elecciones presidenciales en Estados Unidos. El 5 de noviembre, los estadounidenses volverán a votar y todo parece indicar que se va a reeditar el escenario de 2020 en el que Joe Biden y Donald Trump volverán a medir su capacidad de convicción y movilización. Pero el contexto de 2020 no es el mismo que el de este 2024. Para ambos hay elementos nuevos en juego y, según las encuestas, los dos tienen opciones reales de ser los ganadores.
El 1 de noviembre de 2022, la media de encuestas que analiza la organización Real Clear Politics dice que ambos tenían una intención de voto del 44 por ciento. Un año después, tras varios altibajos de ambos en los que Biden o Trump estuvieron el uno por delante del otro, el porcentaje era muy similar. Pero desde noviembre, Trump ha tomado la delantera. Por muy poco, sí; pero es significativo (las encuestas ofrecen una fotografía de un momento determinado; lo importante es ver las tendencias con las anteriores para identificar hacia dónde se está moviendo el electorado). En el momento de redactar este artículo, RCP asegura que Trump aventaja a Biden en casi dos puntos: el republicano tiene un 46,6 por ciento frente al 44,8 por ciento de Biden. ¿Qué explica esta situación?
Hay varios elementos que, a pesar del buen momento por el que hoy pasa la economía estadounidense, están lastrando la imagen del demócrata; y menciono la economía porque en una elección presidencial, el estado de la economía del país es uno de los elementos más decisivos para los votantes. Los datos económicos muestran crecimiento económico (3,3% último trimestre), bajo desempleo (3,7% en enero) y baja inflación (3,4%). Esto debería ser suficiente para avalar la gestión de Biden. Pero muchos ciudadanos no perciben en su día a día estas mejoras. Sienten que su compra mensual, llenar el depósito de gasolina, acceder a una vivienda en propiedad o a un crédito para comprar un coche les cuesta más de lo que les costaba antes de la pandemia (sí, la pandemia se ha establecido en el imaginario colectivo como lo que fue: el disruptor de una bonanza económica a la que muchos esperan volver, a pesar de que han pasado cuatro años y las comparativas no siempre aplican).
Un dato revelador, que citó el Washington Post en un reciente artículo sobre el tema, explicaba que «ajustado a la inflación, el ingreso disponible per capita de los estadounidenses aumentó casi un 1 por ciento entre octubre de 2021 y octubre de 2023». Por contra, y «en comparación, el ingreso disponible per capita, después de la inflación, creció alrededor del 7 por ciento bajo Donald Trump, durante los primeros 34 meses de su presidencia». Dicho de otra manera, los estadounidenses sintieron con Trump una situación económica más favorable que la están sintiendo con Biden. Y el bolsillo, en el momento de votar, pesa mucho. Si eso fuera todo, hoy Trump llevaría una ventaja mucho más holgada de la que indican las encuestas. Pero no lo es.
A Trump lo acompaña la imagen de presidente caótico y con una gran parte de responsabilidad en la erosión de la institucionalidad del país que culminó con el asalto al Capitolio de enero de 2021. Además, tiene cuatro grandes causas judiciales que, si bien él utiliza para movilizar a su base, son vistas por moderados e independientes –grupos clave para ganar una elección– con desconfianza o rechazo. Una reciente encuesta de IPSOS/Reuters preguntó a los ciudadanos si votarían por Trump en caso de ser condenado en alguno de los juicios que tiene. El 55 por ciento de los independientes dijo que no, y entre sus votantes republicanos, el porcentaje fue del 28 por ciento.